viernes, 18 de septiembre de 2015

Dos CDs de Exnihilo: SPLIT y FIVE LITTLE PIECES

He tenido la fortuna de encontrarme con 2 CDs del sello Exnihilo, fruto del aunamiento de las sendas labores discográficas de Tomás Gris y David Area. Una apuesta seria, filosófica y radical como lo es esta, es merecedora de los mejores calificativos y de una aplicada atención. Articular a través del sonido, de la psicología y de la interacción humanas un proyecto reduccionistamente musical es una tarea de una significancia en cuya observación aprovecha el detenerse. Ofrezcamos dos sucintos apuntes acerca de dos de entre las criaturas del catálogo.


SPLIT - Be Sweet & Hashigakari

SPLIT de Be Sweet – Hashigakari es una curiosa edición del sello Exnihilo en la que se nos ofrecen dos largas piezas consecutivas interpretadas por dos formaciones dispares: be Sweet y Hashigakari. La atención es recomendable por lo que de interesante e inspirador contiene su curiosa escucha íntegra, en la que se nos presentan dos materiales de formaciones muy diferentes pero que comparten su gusto por fusionarse con el ruido inmanente. El silencio, al jugar un papel importante en ambas obras, unifica la escucha integral y acabamos percibiendo la cosa como una obra unitaria: un extenso catálogo de retazos, de sutiles experimentos sonoros cuya traza podemos percibir los oyentes de forma distinta según el momento, el lugar y la actitud. Es, sin duda, una edición meditada, cuidada y con un resultado contundente. Un disco que representa a un concepto claro y valiente, que es la marca de este sello, bastante joven del que esperamos sabrosos frutos.

(escuchar o comprar Split)

FIVE LITTLE PIECES - Hashigakari

Plagado de silencios significativos, este FIVE LITTLE PIECES de Hasigakari (David Area y Tomás Gris) bebe dignamente de las fuentes musicales en las que el silencio y el ítem sonoro disfrutan de un mismo estatus. Podemos considerarla una obra claramente pedagógica; de las que de vez en cuando hacen falta. Este trabajo evidencia, de un modo casi gestáltico, que lo que escuchamos en un momento dado viene predeterminado por lo que hemos percibido anteriormente. Si lo que escuchamos es un silencio precedido de un sencillo y calculado evento sonoro, ese vacío estará preñado por la influencia inmediata de lo anterior. Así, cada silencio es percibido de forma diferente; por más que todavía existan opiniones decimonónicas que insistan en afirmar que el silencio, o el vacío, es un “éter” todo regular y plano en su vacuidad. En el caso de la música, a este vacío hay que saber imprimirle la energía justa y necesaria para que fluctúe virtualmente en nuestras orejas…  a esto algunos la llamamos música experimental comprometida.


Víctor Sequí

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